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!YA BASTA¡

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ConSentidoComundeMujer


María Esther González Aguilar

Inicio esta colaboración con preguntas que obligan a reflexionar como individuo, familia e integrante de una sociedad moderna, desarrollada pero igualmente compleja y decadente en términos sociales ¿Qué nos pasa? ¿Cuándo y en qué momento hicimos a un lado el amor hacia el prójimo y abandonamos actuar con humanismo? ¿Cuándo y en qué momento se perdieron valores universales como respeto, honor, honestidad, honradez, ética, responsabilidad? ¿Cuándo y en qué momento dejamos de asombrarnos y ahora vemos con normalidad y somos permisibles a actos ilegales y hechos antinaturales? ¿Cuándo y en qué momento dejamos de celebrar y reconocer buenas acciones y ahora se enaltece a delincuentes, a corruptos, a los que actúan mal? Hay más preguntas pero con esas me quedo y digo ¡ya basta!
Profesional y personalmente he visto y experimentado de todo, pudiera afirmar que nada debería de asombrarme, sin embargo, me resulta difícil procesar la normalización de actos de violencia extrema, abusos; hechos condenables, horrendos y hasta aberrantes contra otros seres humanos y que no ayudan a ser mejores personas.
Lo anterior se presenta en muchas actividades humanas y describo algunos ejemplos. Es común que en un grupo, proyecto o institución no se toma en cuenta o se desplaza a personas responsables, honestas, experimentadas e institucionales y sí en cambio, se premia a sujetos mezquinos, desleales, con antecedentes de haber traicionado una y otra vez pero que tienen la gran habilidad de alabar y “hablar bonito al oído” al que toma decisiones.
Es frecuente conocer de hechos en que se involucra a cínicos personajes que cometen excesos o actos que degradan la condición humana y la reacción social es aplaudir engrandecerlos al grado de que llegan a tener muchos seguidores y hasta defensores a ultranza a pesar de que llegan a provocar gran daño a personas o patrimoniales.
La apatía social se ha apoderado de los espacios públicos, ocurre que frente a muchos, se pueden presentar robos o se agrede verbal o físicamente a alguien y nadie hace nada, socialmente se acepta la violencia bajo el argumento de no querer problemas.
Se dan casos en que un integrante de una familia comete un acto aberrante o ilegal y la tendencia del resto de los familiares es justificarlo y hasta defenderlo aun cuando existan pruebas irrefutables de alguna nociva conducta.
La política y los partidos no se escapan, se ha perdido la esencia, la ética partidaria, la ideología, la filosofía y prevalece los intereses personales o de grupo, por sobre los del bien común, ahora de lo que se trata es tener el poder a costa de lo que sea.
Transitamos en una etapa pre-preelectoral y para el caso de los políticos que aspiran a ser designados candidatos, los ataques, golpes bajos, denostaciones y campañas negras están a la orden del día. Son capaces de aliarse hasta con los que menos se pensaría con tal de ser y estar. Ah y lo vemos como algo normal y hasta escuchemos frases como “y vendrán cosas peores” como preámbulo a la permisividad y normalización de actos detestables.
¡Ya basta! de engrandecer a delincuentes, aplaudir la doble moral o a corruptos, elevar a falsos lideres o adorar a ídolos de papel. Es tiempo de admirar, reconocer y seguir a los buenos ciudadanos. Es tiempo de recuperar los valores individuales, colectivos y sociales. Es tiempo de que cada uno haga la parte que le corresponda en su entorno, como individuo, familia, dentro de un grupo o integrante de una organización o institución, con compromiso y responsabilidad social.
Se vale decir que todo lo que describo es utópico. Prefiero correr el riesgo de que me llamen ilusa e idealista pero insisto ¡ya basta! ¡Es cuanto!

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