¡
Eliseo Langarica Luna
¡Negros vs blancos! ¡Mujeres vs hombres! ¡Chairos vs fifís!
¿De qué lado estás?
En los últimos días hemos vivido algunas situaciones lamentables, reprobables, violentas que han provocado el malestar social en muchas personas, siendo las redes sociales el medio más accesible para opinar, “defender” nuestras causas y alzar la voz para hacernos notar.
Es gratificante leer o escuchar estas manifestaciones cuando están basadas en argumentos que se pueden considerar válidos o no, pero permiten un debate razonable entre dos posturas, siempre razonando en el por qué se cree o se defiende una causa.
La reflexión va hacía el otro supuesto, cuando por defender una causa, sea la que sea, lejos de dar razones o argumentos, se minimiza o se demerita otra causa, se descalifica o se juzga a quien está enfrente, con la simple intención de ganar la discusión y se olvida o se tira la verdadera causa que se defiende.
¿A qué me refiero?
Lo explico primero con un ejemplo.
Es común escuchar que si se critica al gobierno actual, teniendo como base alguna promesa de campaña que no se ha cumplido, la defensa de las personas que apoyan al gobierno es desacreditar a quien critica por no ser “especialista en el tema”, por no decir nada durante setenta años, acusarlo de ser pagado por criticar al gobierno, entre otras, pero no se enfocan en argumentar por qué no se ha cumplido esa promesa. Razones puede haber muchas y pueden ser válidas, pero no las exponen con claridad y solo rodean el tema.
Y no nada más en política, pasa en todos los ámbitos, no se tiene claro qué y cómo se puede defender una causa sin desacreditar otra, parece que la única manera de debatir es atacar y que la única causa que vale es la mía, sólo porque yo lo creo así.
Es cierto que todos pensamos, razonamos y nos expresamos de diferente forma, todos tenemos una opinión y tenemos derecho a expresarla como sea y como se pueda para ser escuchados, y las redes sociales son el canal para hacerlo, pero el hecho de que todos opinemos, no necesariamente significa que tenemos razón absoluta.
¿A dónde quiero llegar?
A hacer una invitación para evaluar nuestros razonamientos ¿Por qué creo lo que creo? ¿Por qué defiendo lo que defiendo? ¿Estoy convencido de lo que hago? ¿Realmente defiendo mi causa? ¿Estoy bien informado de lo que defiendo?
Nadie es dueño de la verdad absoluta, nuestras vivencias nos han permitido tener una perspectiva de la realidad que puede ser totalmente diferente a la de otra persona, pero no por esa razón nos debemos desacreditar, todo se resume a opiniones (como este texto) que para algunos son razonables y para otros ridículas, pero mientras las expresemos con respeto pueden ser tomadas en cuenta de una mejor manera.
