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LEJANA NORMALIDAD

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Rafael G. Vargas Pasaye

El tema de salud como número uno, el económico como dos, aunque en algunos casos probablemente sea al revés, son los que marcan el ritmo cotidiano en estos tiempos de pandemia.

Es normal que mientras aumenta el caso de contagios y fallecidos, cada vez sea más cercano al circulo propio, esto es, es muy probable que a estas alturas conozcamos o tengamos cerca a un caso positivo de covid-19.

Sin embargo hay otros daños colaterales a partir de la crisis del covid, uno de ellos lo compartió en primera persona Alejandro Hope en su artículo para El Universal, donde narra cómo fue imposible que atendieran a su cuñado por un cuadro asmático, no tenía coronavirus, pero los hospitales cercanos al estar acondicionados para atender esa enfermedad no lo iban a recibir si no contaba con los síntomas, y a los otros al llegar le tenían que hacer la prueba para saber que no estaba contagiado, minutos que fueron la diferencia entre la vida y la muerte, literal cual tristemente.

La realidad es que el resto de enfermedades no se handetenido, sigue habiendo niños y adultos con cáncer y con pocos medicamentes y tratamientos carísimos, sigue existiendo gente con diabetes, hipertensión, sobrepeso, así como sigue habiendo accidentes, choques, circunstancias donde la atención de los cuerpos de emergencia es necesaria pero que con el contexto del covid-19 también se han modificado.

La temporalidad de las enfermedades también sigue su curso, en Nayarit se lleva la batuta en cuanto a número de contagios por dengue a nivel nacional, las picaduras de alacrán siguen siendo noticia sobre todo cuando en hospitales no hay cura.

Y cuando se llega al caso del deceso ahora, la nueva normalidad lo hace más triste, menos cercano, más desgarrador, pocos son los que pueden acompañar en el último adiós, pocos abrazos se pueden dar, las lágrimas a la distancia no son iguales.

Con todo esto, todavía por razones diversas hay gente quesigue saliendo de sus domicilios, interactuando sin cubreboca, ha quedado muy rebasada ya la campaña #QuédateEnCasa, quizá el mensaje ya deba ser otro, aunque en parte lo han hecho así las autoridades, pasando de la corresponsabilidad a la sesión de derechos, esto es, la autoridad federal pasó la estafeta a las autoridades estatales y éstas a los municipios, sólo falta que las y los alcaldes le pasen la bolita a los comités de acción ciudadana o jefes y jefas de manzana y luego, claro, como debe ser, a las familias.

Todo este contexto genera además un desgate natural en las personas, quienes piensan en no contagiarse ni ellos ni nadie de su entorno, se distraen pensando en que pueden bajarle el sueldo o despedirlo de su empleo porque no hay cómo pagarle, o hasta hace unos días en ayudarle al niño o niña en sus clases a distancia. Uno de los retos más interesantes que vamos a enfrentar es el de la salud mental, la circunstancia es propicia para una explosión, ojalá la válvula de escape así como la vacuna estén listas lo más pronto posible.

@rvargaspasaye

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