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EL PAPÁ QUE NUNCA ME QUISO

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Juan Chávez

Aarón creció al lado de su madre, tiene un vago recuerdo de quién fue su padre, por pláticas ha reconstruido que su papá se fue cuando él tenía apenas cuatro años y si lo recuerda es por una foto que su mamá mantuvo un par de años a la vista, después desapareció y hasta hoy, que Aarón alcanza casi los 28 años no ha vuelto a ver. A pesar de que su mamá se ha “partido el lomo” para darle una carrera y apoyarlo en la compra de un vehículo para facilitarle la vida, Aarón no terminaba por quererla como se supone los hijos deben querer a sus mamás.

Aarón siempre había guardado en su corazón cierto grado de rencor hacia su mamá porque en una plática que ella sostuvo con una de sus hermanas cuando pensaron que “el niño” estaba dormido escuchó que dijo, “pues ni modo de estarlo aguantando”, conforme creció le dio sentido a esa frase y concluyó que su mamá lo había corrido.

Sin embargo, la vida le dio la oportunidad a Aarón de descubrir la verdad. A través de redes sociales entabló amistad con arquitectos sinaloenses con quienes compartió alguna vez un trabajo en Nayarit y en una transmisión en vivo de uno de ellos en Facebook sobre una obra que supervisaban escuchó que al pasón su amigo palmeó a un albañil al tiempo que le decía “échale nayarita” y el perfil, ese perfil igualito al de aquella foto sobre una mesa.

Dudó unos días en pedirle a su colega que investigara algo sobre ese hombre que le estaba robando el sueño, pero al final se decidió y lo hizo. Su amigo lo apoyó y le tomó varias fotos al hombre y se las envío, Aarón no quiso decirle nada a su mamá pero recurrió a una ex vecina que conoció de cerca a la familia años atrás y ella le confirmó que ese hombre ya avejentado se parecía plenamente a Humberto, su papá.

Aarón se fue a Sinaloa, buscó al hombre que él pensó había sido echado por su mamá de la casa. Humberto lo “reconoció” sin ninguna emoción, “hmm pues vaya que has crecido pero si me buscas para que te de algo te equivocaste, me salí de la casa porque tú ni te parecías a mí, siempre creí que no eras mi hijo y para acabar pronto ni tú madre ni tú me interesaban”.

A Aarón se le destrozó el corazón, quiso golpear a ese hombre al que erróneamente creyó era una víctima de aquella mujer que doblaba turnos, temprano en una tortillería de Tepic y por la tarde de ayudante en un puesto de tacos para pagarle la escuela, comprarle ropa y dar dinero en la casa de la abuela donde fueron acogidos con gusto desde que Humberto se fue.

Arrepentido regresó y le contó ahora sí todo a su mamá, ella lo escuchó como solo una madre sabe hacerlo y lo perdonó con el amor que solo ellas conocen, sin reproches ni reclamos. Aarón se convirtió en padre hace 10 meses y ahora conoce el inmenso amor y la responsabilidad de cuidar a alguien que depende de ti exclusivamente, dice que de pronto junto con su esposa se privan o retrasan algunos gastos con el objetivo de darle todo al pequeño Santiago, “cuán injusto fui con mi madre, la rechacé por muchos años sin saber que realmente me protegió de un hombre como aquel, del que no me interesa saber nunca más, está perdonado y olvidado”.

Se ha comprometido con él mismo a no ser jamás un “Humberto” a proteger a Santy y “Si Dios nos da más hijos a protegerlos con mi vida, a trabajar por ellos y a mantener mi corazón abierto para recibirlos hagan lo que hagan”. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo electrónico juanfechavez@gmail.com

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