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ORTOGRAFÍA ENREDADA

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María Esther González Aguilar

Nunca como ahora, la información es poder, el uso masivo de internet y las redes sociales ha revolucionado las formas de interacción y comunicación, pero también pone en evidencia aberraciones que se cometen contra el idioma español, una de las lenguas romances más hermosa, rica en vocablos y acepciones. Nuestro idioma tiene reglas gramaticales y ortográficas básicas que son muy importantes a la hora de establecer una correcta comunicación.
Los errores al redactar, pueden cambiar el sentido y significado del mensaje a trasmitir, podemos cometer yerros, pero lo que no se vale y que califico como un sacrilegio, son los “horrores” que se leen en espacios públicos, anuncios publicitarios o en notas en medios, pero también, en comunicados, documentos legales y oficiales de instituciones y organizaciones; en oficios de funcionarios de todos los niveles y órdenes de gobierno; en escritos públicos de conocidos personajes de la vida social, política, económica o cultural y el ¡colmo de los colmos! en alguien que se ostente como comunicador. Al margen de ser personal o institucional, los errores al redactar, también dicen mucho de quien lo escribe, avala o firma.
Es entendible que en redes sociales los mensajes sean breves, se puede aceptar que se utilice un porfa o xfa, en lugar de “por favor” o tmb en lugar de “también”, por citar algunos ejemplos. Existe un listado de abreviaturas muy utilizadas en WhatsApp, Facebook, Twitter, YouTube e Instagram, lo que no se justifica, es que se incurra en faltas de ortografía garrafales y menos cuando la redacción proviene de profesionistas y profesionales.
Recuerdo como un Tribunal de Justicia, desestimó un caso por el escrito presentado por un abogado de una institución pública, el argumento: “por faltas garrafales de ortografía que contiene el recurso de apelación, con más de 100 errores de escritura en 11 páginas”, en su resolutivo, el tribunal refirió como fueron redactadas algunas palabras como: espresa, desarroyo, ubiera, estubiera, quizo, abaló, extructura, digimos, mas haya, entre otras.
Gracias al internet y las redes sociales la velocidad y el alcance de un escrito es inimaginable por su gran impacto, visibilidad, inmediatez, globalidad y funcionalidad de comunicación; sin embargo, pocos siguen las tres reglas básicas de redacción: claridad, sencilla, natural y directa para que cualquiera entienda el mensaje; corrección, que es una escritura correcta, sin faltas de ortografía, con respeto a las reglas del lenguaje y concreción, que es escribir con precisión, utilizar los términos exactos, sin adjetivos ni palabras vulgares, rebuscadas, rimbombantes o excesiva retórica.
Como ejemplo de lo anterior, recupero una cita del manual de redacción de Enrique Ramírez Capello: “Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa”. El estudiante, después de meditar, escribe: “Lo que pasa en la calle”. Sencillo, natural, espontáneo. Muchos lo olvidan y prefieren rodeos eufemísticos.
Las redes sociales son vitrinas donde se exhiben analfabetas funcionales que llegan al extremo de vanagloriarse al recibir “me gusta” por escritos plagados de errores ortográficos que nadie les corrige ¡Es cuanto!

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