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VICTORIA PÍRRICA DE MÉXICO

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Héctor Gamboa

Los mexicanos nos parecemos mucho a Pirro, Rey de Epiro (una pequeña región de la Macedonia griega), quien era un extraordinario estratega militar, que derrotó a los romanos en múltiples ocasiones. En una de sus legendarias batallas, expresó una frase que lo define y hace inmortal: “otra victoria como ésta y estaré derrotado”.
De ahí proviene el concepto de “victoria pírrica”, es decir una victoria a costa de miles de pérdidas, mayores incluso que del enemigo derrotado.
Cansados de gobiernos del PRI y del PAN, los mexicanos logramos una “victoria pírrica” al votar abrumadoramente por el personaje que desde la oposición, planteaba una opción mejor para el país, en la que la corrupción fuera cosa del pasado, en el que la matanza de la narco guerra parara y los programas sociales estuvieran enfocados en atender las necesidades de los grupos vulnerables, de los olvidados, de los que menos tienen. “Primero los pobres”, proclamaba el opositor.
En la votación arrasó con los demás partidos y la gente recobró la esperanza del cambio verdadero, no del gatopardismo que siempre nos identificó, “ahora sí, primero los pobres” pensaron.
Sin embargo, ya en el usufructo del poder, el presidente se dedicó a destruir una por una sus promesas de campaña y a dejarnos en claro que como opositor siempre fue extraordinario, pero en el poder es más de los mismo, con el agregado de la tozudez, la cortedad de miras, la visión obtusa de la realidad y la nula preparación para ejercer el poder.
Poner ejemplos es inútil, pero van algunos…
Son sabidos. Aeropuertos cancelados y pagados de todos modos, además del costo de hacer otro inútil.
Refinerías imposibles, que apuestan por energías que ya nos dieron la prueba de su utilidad económica, para preservar una atávica defensa de una soberanía trasnochada.
Un tren maya depredador del ambiente que no servirá de nada que no sea quemar incienso a la figura de su creador.
El decir que “pondré a Donald Trump en su lugar”, pero sirviéndole de mozo de su patio trasero.
Prometer sacar al ejercito de las calles, pero en los hechos transformándolo en guardia nacional (y ahora decretando que es legal que marinos y soldados hagan las veces de policías).
Violar la ley con adjudicaciones de obras y compras sin licitaciones de por medio, favoreciendo a los amigos.
Violar la ley para favorecer amigos y darles cargos públicos, como a Paco Taibo, Ana Gabriela Guevara y otros muchos.
Asegurar que nunca jamás habría condonación de impuestos a los ricos entre los ricos, pero ahora lo repite otorgándoselo a sus amigos.
Cubrir a sus compañeros de señalamientos de corrupción, como a Manuel Bartlett, al más puro estilo de la Casa Blanca de la Gaviota.
Destinar recursos interminables a estupideces, dejando sus protección universidades, investigadores, centros culturales, hospitales, al campo, al turismo, a los pequeños emprendedores, a los que generan riqueza y son la clase media.
Disolver el concepto “la mafia del poder”, a los que tanto atacó para hacerse amigo y cómplice de los ricos, de los Slim, Azcárraga, Salinas Pliego, etc.
Pactar “de facto” con los narcos con la jalada de “abrazos y no balazos”, dejar libre al Chapito, no castigar a narcomenudistas, en un afán idiota de bajar los crímenes, ocasionando que la matanza se incremente, peor que con Borolas y Peñita.
Destruir las ruinas de lo que dejaron del sector salud sus antecesores y ahora, no tener absolutamente nada para frenar la pandemia del Covid19.
Es obvio que el gobierno federal no atendió a tiempo la pandemia y el gesticulador de palacio nacional se dedicó a mentir sistemáticamente con el problema de salud, con los números torciéndolos, sacando estampitas religiosas para frenar al virus, invitando a no respetar la sana distancia ni el aislamiento, invitando a darse abrazos y besos.
Ahora no sabe que hacer, está noqueado por lo que se le viene encima (Se nos viene a todos), y en lugar de frenar inversiones idiotas como Dos Bocas o el tren maya, para destinarlos a salud, incrementa la persecución fiscal de los que no pueden trabajar por sus medidas. Es para Ripley.
Sin embargo, queda una luz de esperanza. Los mexicanos ya hemos superado a otros de la misma calaña. Creo lo podremos superar. El voto de rencor que emitieron 30 millones de compatriotas, se regresa como boomerang, castigándonos.
Por lo pronto, no salgan de sus casas, respeten la sana distancia, lávense las manos, no se aglomeren. Hagamos lo que está a nuestro alcance para salir de la pandemia.
Los hospitales no son suficientes, ni los ventiladores, ni existen medicinas, ni los médicos y personal de salud.
Superemos la victoria pírrica…

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