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TELENOVELAS MEXICANAS

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Rafael G. Vargas Pasaye

México ha sido potencia desde hace muchos años en el género de las telenovelas, las historias que se plasman en la pantalla chica han hecho que la diversa idiosincrasia nacional sea exportada a lugares inimaginables.

Por eso no es de sorprender que en este marco de la pandemia donde la gente está (se supone) todavía confinada en sus casas, los contenidos de televisión abierta vuelvan a cobrar una especie de segundo aire, caso concreto el de los melodramas, y todavía más, el mejor ejemplo es el titulado “Destilando Amor”, protagonizado por Angélica Rivera en su papel de “La Gaviota”..

Diversas generaciones nos formamos ante las pocas opciones de entretenimiento en el acontecer de los melodramas. Por eso no es de sorprender el morbo de algunos y el interés de otros, de la otra telenovela de moda en la política mexicana: la del caso Lozoya.

De entrada con contenidos multimedia por los famosos videos que empiezan a aparecer y escalonadamente generan escándalos con personajes ligados a administraciones pasadas quienes al parecer recibieron dinero a cambio de favores, todo lo cual está en proceso de comprobación, aunque una vez más, el juicio mediático hace su labor, dirigido claro desde el púlpito de mayor resonancia que hay actualmente en México, el micrófono del set de televisión del Salón de la Tesorería de Palacio Nacional.

Esta película es una secuela, de otras tantas historias, algunas que involucran al hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, pues imborrables de la memoria colectiva son las escenas de Carlos Imaz, o de Gustavo Ponce, o por supuesto el infaltable René Bejarano recibiendo dinero.

El tema es que no se mancha a un solo grupo, enemigos en turno, sin darse cuenta del todo se daña a la clase política en general, a la confianza en las instituciones, y por supuesto el nombre de México. Todos deseamos que la corrupción termine, pero el camino legal dista mucho del mediático y el electoral.

El melodrama genera para la televisión rating y ganancias para quienes venden sus espacios a anunciantes, el melodrama de la política genera, o eso creen sus creadores, votos y puntos en las encuestas.

Ambos son para el entretenimiento de la sociedad, y una vez más se cae en la equivocada idea de que los juicios mediáticos, máxime lo que la gente señala o demanda, son los que ahora dictarán sentencias de justicia. Nada más lejos del atropello, de manchar el debido proceso.

La telenovela Lozoya en México compite con la telenovela del coronavirus y su otro protagonista (¿héroe o villano?) Hugo López-Gatell, que necesitaba quitarse reflectores ante su inminente desaparición. El exceso de infoentretenimiento en la vida política nacional sin duda genera un daño que luego será complicado resarcir, porque de entrada costará trabajo diferenciar qué parte es la real y cuál otra pertenece a la ficción.

Y ahora sigue el video donde aparece Pío López Obrador, hermano del actual presidente donde se ve recibiendo dinero para alguna de las campañas presidenciales de su hermano. Estamos en época de videoescándalos.

@rvargaspasaye

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