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PARÁSITOS: LOS SUBTÍTULOS TAMBIÉN GANAN

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Fabiola Lara García

Hace dos semanas que una película de Corea del Sur rompió el muro que nadie había podido romper: que una película de habla no inglesa ganara el máximo premio de Hollywood.

Nunca había pasado y es un acontecimiento para reflexionar.

El año pasado la mexicana “Roma” de Alfonso Cuarón, con todo y el fenómeno Yalitza, no pudo conseguir la codiciada estatuilla a mejor película.

Desde el 2010 sólo un cineasta estadounidense ha ganado la estatuilla a mejor director: Damien Chazelle por “La La Land”. La década había estado dominada por los mexicanos Alejandro González Inárritu (en dos ocasiones), Alfonso Cuarón (en dos ocasiones) y Guillermo Del Toro.

Este año parecía que la historia se repetía: un extranjero ganaría el premio a mejor director sin llevarse el máximo galardón, dada la tradición de Hollywood de que dicho premio se quedara en una película de manufactura estadounidense.

Y llegó la sorpresa: Bong Joon-ho, que había recogido el Óscar a mejor director, se levantaba en júbilo e incredulidad para hacer historia, al convertirse su filme “Parásitos” en el primero de habla no inglesa en ganar la máxima categoría de la meca del cine.

¿Qué tiene esta película en especial que ha triunfado en el Festival de Cannes 2019 y en los recientes Óscares?

Es un retrato magistralmente crudo de la desigualdad social y los microcosmos de un capitalismo extremadamente feroz que lleva al espectador por una montaña rusa de emociones salvajes, tiernas y aterradoras.

El espectador juega varios roles durante la proyección: juez, cómplice y en una etapa final se siente tran atrapado como los personajes de la cinta.

Es tan poderosa que no por nada se llevó cuatro Óscares: mejor película, mejor dirección, mejor guion original y mejor película internacional.

Romper la barrera de los subtítulos no ha sido fácil para el cine internacional; por nuestro país sólo una película ha sido premiada como mejor película extranjera: Roma.

La academia ha cometido muchos errores por querer preservar las grandes categorías para los suyos e incluso algunos grandes de la historia del cine, oriundos del país de las barras y las estrellas nunca fueron reconocidos por la misma, ahí está el caso de Stanley Kubrick.

Después de una década dominada por extranjeros, era inevitable la apertura casi total de la industria cinematográfica más grande y vino a cosechar esos frutos una gran historia contada en coreano.

Este triunfo nos deja algunas reflexiones:

La generosidad de un cineasta que nunca pensó conseguir el reconocimiento de cineastas a quienes admira y fueron su inspiración para hacer cine. Y con quienes quería compartir su triunfo, tanto que deseó tener una sierra eléctrica para darles un pedazo a Sam Mendes, Quentin Tarantino, Martin Scorses y Todd Phillips.

Otra reflexión es que el mercado del cine de Hollywood está en una crisis creativa que abrirse a premiar filmes con subtítulos es más una necesidad que un gusto.

Y la final: la gran competencia de contenidos de calidad con subtítulos que hay en plataformas digitales, alcanzó a la meca del cine y la rebasó.

Renovarse o morir.

Y en esa renovación el director coreano Bong Joon-ho y sus “Parásitos” salieron como los grandes ganadores para la historia.

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