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MUJERES AL PODER

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Rafael G. Vargas Pasaye

En la historia reciente de la vida pública de México hay capítulos que son especie de referencias obligadas para bien o para mal. Una de ellas se dio en el 2009 cuando en la elección a la todavía delegación Iztapalapa compitió bajo los colores del Partido del Trabajo un pintoresco personaje llamado Rafael Acosta Ángeles, conocido a nivel mundial como “Juanito”.

“Juanito” compitió en ese proceso electoral, y conocedor de las campañas, Andrés Manuel López Obrador, fue a apoyarlo y dejar en claro que cuando ganara “Juanito” declinaría a favor de Clara Brugada, quien no pudo ser candidata bajo los colores del Partido de la Revolución Democrática porque el Tribunal electoral echó abajo su candidatura y la abanderada del partido del sol azteca fue Silvia Oliva Fregoso.

A favor está que siempre dejaron claro quién iba a gobernar, tal y como sucedió luego del triunfo de “Juanito”; caso contrario en esa misma elección el de 11 diputadas federales de diferentes partidos políticos quienes después de obtener el triunfo y tomar protesta pidieron licencia para dejar su espacio en la mayoría a hombres, incluyendo a sus propias parejas sentimentales. Por el reciente referente a ese grupo se les conoció como las “juanitas”.

La vida política electoral y de participación de las mujeres en México dio un salto cuantitativo en 1979 cuando Griselda Álvarez ganó la primera gubernatura para una mujer, fue en el estado de Colima. De ese entonces a ahora solo nueve mujeres han ocupado un cargo de esa naturaleza, siendo las más recientes en el 2018 en la Ciudad de México con la morenista Claudia Sheimbaum y en Puebla con la panista Martha Erika Alonso, quien lamentablemente falleció junto con su esposo a diez días de haber tomado la responsabilidad.

La actual composición en las cámaras de representantes se vio cambiada de forma radical: 48.2% en la cámara de diputados, 49% en el Senado de la República y 49.6% en los congresos locales están ocupados por mujeres. Incluso el Gabinete federal, y su réplica en muchas entidades señala un 50% de posiciones para ellas. Eso sin olvidar a las mujeres que han competido por el máximo cargo de representación en nuestro país, la presidencia de la República.

Por eso la relevancia de la apuesta que se está haciendo desde el Instituto Nacional Electoral para que las candidaturas a Gobiernos estatales sean ocupadas por mujeres en al menos siete de las quince que habrá en juego en el 2021.

Claro que esto a su vez es un reto que puede dañar carreras de hombres y mujeres, en el caso de las segundas, con el objetivo de cumplir con las cuotas pueden ser lanzadas al ruedo sin la preparación o recursos necesarios, sino tan solo para cubrir los requisitos y espacios; y por el otro, por carreras (como ya ha pasado) que se truncan o entran en compás de espera porque el territorio que se trabajó, y del que se tiene conocimiento, recursos y fuerza, por una cuestión de cuota de género le toca a una mujer de acuerdo al partido.

Resultado esto también de una falta de visión, y carencia en la preparación de las fuerzas básicas en todos los partidos, el asunto de género no debe verse como un tema simplista. Quizá se tenga una mejor planeación para el 2024, aunque al 2021 todavía le falta sumar el cruce de las posibles alianzas o coaliciones.

@rvargaspasaye

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