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LO NORMAL ES QUE NO TIENE QUE VER CON LA NORMALIDAD

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Rafael G. Vargas Pasaye

La mayor riqueza de nuestro lenguaje quizá sea que tiene vida, y por lo tanto también muerte, por eso hay algunos términos que desaparecen en el olvido, y otros que nacen por coyunturas, circunstancias, ocurrencias.

Claro que para sobrevivir necesitan tener un sustento, por ejemplo el verbo “cantinflear”, que no necesita explicación en México, pero allende fronteras habría que explicarlo sobre todo a las nuevas generaciones si no conocen al personaje que inmortalizara Mario Moreno “Cantinflas”.

Tal vez esa riqueza de la polisemia hizo que muchos pensaran que el concepto de “nueva normalidad” se referíaen exclusiva a lo que antes era normal y ahora ha cambiado en algo, poco o mucho, pero cambiado, para ser algo normal cual nuevo.

Sin embargo, el concepto multidimensional se refiere más al área normativa. La nueva reglamentación que debemos llevar a cabo. Aunque parece que dentro de estas nuevas reglas por lo visto se ha dejado un amplio espacio para la flexibilidad de su aplicación, baste el ejemplo del uso del cubrebocas.

El titular del ejecutivo mexicano no lo usa pese a que el vocero de la crisis ha hablado de la utilidad de hacerlo. En la calle se vuelve un debate visual entre quienes usan y quienes no, y es que de nuevo, se deja al libre albedrío, y se opta más por afianzar el derecho a la libertad, que el derecho a cuidarnos y respetar.

Complicado terreno, como bien dice Javier Cercas: “Cuanta más libertad, por tanto, menos igualdad; cuanta más igualdad, menos libertad. La existencia está plagada de este tipo de dilemas; el que a parecer obliga a elegir entre libertad y seguridad lo estamos experimentando ahora de forma dramática” (El País Semanal, 2,279, 31 de mayo 2020). La autoridad no quiere pecar de autoritaria pero ante ello el tema de seguridad y de salud se ve endeble.

El espacio económico es el que ahora luce enfermo y para ello hay que inyectarle vitaminas y medicamentos especiales. Seguramente será lento su proceso de recuperación y es que en mucho depende la disciplina de los elementos que conforman la sociedad donde vivimos.

Nuestro marco legal es como en todos lados, perfectible y modificable, pero en la misma medida es justo y ecuánime, el problema está en su aplicación. Un mayor número de penalidad para quien cometa un homicidio puede que inhiba o no a alguien de cometer el delito, pero hay más labores que se pueden hacer alrededor, algo similar sucede con el tema de la nueva normalidad.

La clave está en ver las reglas como algo que se debe aplicar y no como algo optativo donde quepa la opción de hacerlo o no, de lo contrario se volverá a manera de simil, en un peligroso crucero a media noche donde está la luz amarilla parpadeando y es la decisión de uno si se cruza o no, cuando se está acostumbrado a las luces verdes para seguir y rojo para detenernos. O tal vez tan sólo la nueva normalidad era que López-Gatell dijera (como lo hizo el lunes 1 de mes) “a partir de hoy las medidas de mitigación de la epidemia están bajo el control de las autoridades sanitarias estatales”, que algunos tradujeron como un “sálvese quien pueda”.

@rvargaspasaye

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