Rafael G. Vargas Pasaye
La forma de pensar que antes de mi todo era malo y después de mi todo será bueno, obnubila a más de uno en estos tiempos de pandemia. El mejor ejemplo quizá son los legisladores que piensan y creen que ganaron la elección en 2018 por sus nombres, rostros o estrategias, cuando en realidad llegaron a su curul por una ola de enojo social abanderada por Andrés Manuel López, que no Morena.
Ese fenómeno lo vivimos en México en 2000, sólo que en ese entonces se llamó efecto Fox o en 2012 con el nombre de Peña Nieto, ese arrastre del candidato presidencial hizo que varios diputados y senadores vivieran sus tres o seis años de gloria y luego, sencillamente desparecieran.
Sin embargo, en esos momentos pocas dudas quedaron del gran trabajo realizado por el Instituto Nacional Electoral (INE, antes Federal), y sobre la certeza que brindan a nuestros procesos electorales.
Por eso es de extrañar que ahora algunos personajes que antes defendían otros colores expresen que por fin el INE no tendrá atrás intereses de los partidos. Creo en primer lugar que los partidos políticos son los más interesados en que el INE sea fuerte y tenga respeto pues en esa medida su resultado será validado por todos.
De otra forma parecería que entonces es el berrinche del niño dueño del balón, que sólo cuando va ganando vale el juego, y cuando va perdiendo se lleva el balón a su casa y se acaba el juego. La democracia de México no da para berrinches, construirla ha sido un trabajo de todos, desde quienes han ejercido como consejeros presidentes, hasta todos aquellos mexicanos y mexicanas que han estado como funcionarios de casillas o contando los votos en cualquier oficina distrital de este país.
Esa es la verdadera esencia y no nada más quienes dan la cara como consejeros, es todo un proceso para tener credencial de elector con altos estándares de seguridad, capacitación permanente, claridad en el territorio, para al final tener un mismo objetivo, dar certeza a las elecciones, es por eso que extraña el discurso barato de algunos.
O acaso no fue democrático cuando Ricardo Monreal fue Gobernador por el PRI en Zacatecas, o acaso no hubo democracia cuando Mario Delgado o Miguel Barbosa fueron Senadores por el PRD. Más de uno hemos visto esas imágenes de funcionarios de casillas cruzando ríos encima de caballos o burros o a pie con tal de cumplir con su función.
Que cortos de miras son aquellos que creen que unos pocos sentados en un edificio en la Ciudad de México hacen “ciudadano” un proceso democrático, la realidad es que es el verdadero ciudadano, el que acepta y se capacita y se levanta temprano el día de la elección porque sabe que su labor es importante porque lo es no ya para ese diputado o diputada que hoy está en un partido viniendo de otro y mañana puede saltar a otro, no, sino para el país, para México, que es a final de cuentas lo que nos importa.
@rvargaspasaye
