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LAS ANTICONFERENCIAS DEL PRESIDENTE

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Rafael G Vargas Pasaye

 

Desde que era Jefe de Gobierno de la Ciudad de México mantuvo el ritmo de las conferencias de prensa diarias, muchos pensábamos que no iba aguantar y sin embargo cada día sacaba un as bajo la manga o un truco del sombrero, viejo lobo de mar sabía darle al pueblo lo que quería escuchar.

 

Desde entonces nunca ha dejado de ser noticia, ya sea por sus frases, por sus acusaciones, pero durante 18 años ha participado o marcado el ritmo informativo de alguna u otra forma. Quizá por eso sorprende ahora que les (nos) sorprenda, o que algunos se digan sorprendidos ante la dinámica diaria de la misa de siete, como algunos de sus detractores han llamado a las conferencias de prensa mañaneras; sin embargo, la disciplina no necesariamente en este caso tiene que ver con el éxito de la medida, esto es, ante el exceso de exposición pública se ha minado lo más importante que es la información de calidad.

 

Además, también la exposición de los integrantes de su gabinete en ocasiones ha resultado más en tropiezos que en aciertos. Han tenido que salir las aclaraciones y los grandes temas por desgracia están en una especie de nube donde la transparencia que tanto se dice en el discurso no se ejecuta en la labor de gobierno.

 

Quizá en estos instantes el traspié mayor con el que batalla el presidente son sus mismas conferencias de prensa, pues como varios analistas han señalado, las 24 horas del día no le ha permitido el espacio para la necesaria reflexión y el análisis, la teoría de los escenarios, escuchar a los asesores que a estas alturas dudo mucho que alguno le lleve la contraria, la cabeza fría que siempre se requiere, sino que a su ritmo van construyendo sus necesidades, sin seguimiento, sin cuidado.

 

En estos momentos él es el dueño del micrófono, él decide quién va, quien habla, quien hace la pregunta, cuál es la respuesta correcta, califica y descalifica, no desde el punto de vista legal o gubernamental sino del moral o el que dicta su humor con el que amaneció, ese es el verdadero riesgo de estas anticonferencias de prensa: el linchamiento público o la acusación antes de las pruebes, el señalamiento para decir que es el mejor sin el sustento o en el peor sin el resultado del descalabro.

 

Se notarían sus ausencias si deja de realizar sus conferencias, seguramente sí pues en este momento nadie llenaría ese vacío. Los gobernadores tienen sus espacios en sus entidades, los alcaldes hacen lo propio en donde tienen mayores espacios de cobertura, pero a nivel nacional en este instante ninguna institución y ninguna personalidad puede llenar el remoto vacío que generaría la ausencia mediática del presidente.

 

Esto es el único que puede competir con (contra) él y lo hace de manera diaria es el mismo presidente Andrés Manuel y lo hace al poner en competencia sus afirmaciones con sus propias negaciones, sus propuestas de programas contra los resultados de su gobierno, esa competencia diaria por supuesto que llena el imaginario colectivo pero al momento de ponemos a competir los resultados no se están dando como se quisiera.

 

Aunado a ello tenemos que sumar el tema de la moral, baste por ejemplo lo señalado en cuanto a divorcios o a la educación que se llevará a cabo, en su ideología, por parte de los adultos mayores en este caso de los abuelos, ni todos los divorcios se debieron al neoliberalismo ni todos los niños de este país tienen abuelos, o todavía más: no los abuelos desean asumir esa responsabilidad, esto va más allá de buenos deseos o de golpes de pecho. Gobernar requiere análisis e información para (intentar) atenuar las desatinadas ocurrencias del líder.

 

@rvargaspasaye

 

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