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LA POLÍTICA DEL MIEDO

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Gerson Hernández Mecalco*

A lo largo de la historia, las personas ansiosas de dominio siempre han visto a la razón como su enemigo. Por ejemplo en 1543, menos de un siglo después de la invención de la imprenta y los efectos de la Galaxia Gutenberg, Enrique VIII fue desafiado por una serie de súbditos que decidieron cuestionar la autoridad del monarca, después de leer las traducciones impresas de la Biblia que empezaron a circular. La respuesta del rey fue prohibir la lectura de la Biblia y castigar severamente a los infractores. Estas y otras historias las relata el político norteamericano Al Gore en su libro El ataque contra la razón. ¿Habrá alguna relación entre los discursos populistas que se apoderan de la retórica política y que van desde los liderazgos de Trump a Evo Morales y los ataques a la razón?

¿Por qué la razón, la lógica y la verdad parecen tener un papel cada vez menos importante en la forma en que en el mundo de occidente se toman decisiones? Para muchos comentaristas se ha normalizado la persistente y prolongada dependencia de falsedades como base de la política, incluso enfrentada a sólidas y rotundas pruebas de lo contrario. Cada vez más se comenta acerca de la posverdad y los liderazgos líquidos y las amenazas contra la razón.

Dice el vicepresidente de EEUU Al Gore que el miedo es el enemigo más poderoso de la razón. Pregunta en su libro: ¿Sabían que, en las circunstancias idóneas, el miedo puede desencadenar la tentación de entregar la libertad a cualquier demagogo que prometa a cambio fuerza y seguridad?

Más adelante afirma que nos debería de preocupar que, cuando el miedo desplaza a la razón, el resultado suele ser el odio y división irracionales. O como escribió Louis D. Brandeis: “el hombre temía a las brujas y quemaba a las mujeres”.

El miedo y la angustia siempre han estado presentes en la vida. El miedo es universal en todas las sociedades humanas. Es un rasgo de la condición humana. Siempre ha sido enemigo de la razón. El filosofo y profesor de retórica romano Lactancio escribió: “Donde el miedo está presente, la sabiduría no puede existir”. Las amenazas a los migrantes, los ataques físicos a recintos religiosos e incluso la normalización de los linchamientos digitales son gasolina para el discurso de miedo.

La gran interrogante es ¿Por qué en los primeros años del s. XXI somos mucho más vulnerables a la política del miedo? Siempre han existido líderes deseosos de espolear los temores públicos con el fin de presentarse como defensores de los timoratos. Los demagogos siempre han prometido seguridad a cambio de rendir la libertad. La relación entre fe, razón y miedo recuerda el juego infantil de piedra, papel y tijera. El miedo desplaza a la razón, la razón desafía al miedo y la fe vence el miedo. En un libro prohibido por la Iglesia durante la década del juicio de Galileo en el siglo XVII, Thomas Brwone escribió: “Al igual que la razón se rebela contra la fe, la pasión se revela contra la razón”.

En fin, el líder afroamericano Martín Luther King dijo que “quizá esté sumergido entre nosotros un nuevo espíritu. En tal caso, sigamos sus movimientos y recemos porque nuestro ser interior sea sensible a su tutela, porque necesitamos profundamente un nuevo camino más allá de la oscuridad que parece envolvernos”. Decía el clásico que “quien no quiera ver fantasmas, que no salga de noche”, pero en la realidad política mundial parece que tendremos que acostumbrarnos a vivir con la oscuridad durante muchos años.

*Comunicólogo político y académico de la FCPyS UNAM, @gersonmecalco

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