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LA DURA LECCIÓN, ¿SE APRENDE CON SANGRE?

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Juan Chávez

Es tan fácil juzgar, acusar y hasta justificar de cualquier lado de las versiones que estemos, como simples espectadores, como vecinos, amigos o familiares. La desgracia ocurrida el pasado fin de semana en Tlahuelilpan, en el Estado de Hidalgo, refleja la mentalidad no sólo de un pueblo sino de muchas personas que a lo largo de los últimos años hemos visto como rapiñeros en carreteras cuando algún transporte tiene un accidente, cerveza, electrodomésticos, víveres, granos, todo es arrasado sin miramientos bajo la única premisa de “me lo deben”; sin embargo, esta vez fue distinto, ¿la muerte cobró la cuota de la pobreza?, ¿la necesidad?, ¿la avaricia?, ¿el desconocimiento?, ¿el abuso?, ¿la ignorancia?

Entre todo eso cual sería la excusa de un padre de familia de llevar a sus hijos a tomar lo que no es suyo, a enseñarle desde su infancia cómo se puede robar, validando la acción con el argumento de la pobreza o la necesidad, pocos fueron los sensatos, los menos. Acusan que personal militar no hizo nada por detenerlos y es aquí donde cabe la expresión “bendita tecnología y maravillosas redes sociales”, en ellas quedó sustentado cómo los “honestos ciudadanos” cucaron con palabras altisonantes y hasta con ademanes violentos a los militares.

Lo cierto es que hoy muchos hogares están de luto, otros más no tendrán una tumba donde llevar flores porque su ser querido simplemente se desintegró, se hizo polvo y no hay forma de echar atrás esa historia.

Culpar a Andrés Manuel López Obrador de este hecho, es tan ilógico como quererlo responsabilizar de meterme a robar en la casa del vecino y caerme de lo alto de la finca con el producto de lo robado en las manos y buscar que me pague por cometer un delito. Nuestras acciones son eso, “nuestras” y por ellas debemos responder. Si bien hay estados donde el desabasto de gasolina es bastante severo y la desesperación es aguda, la acción no se puede justificar y menos que ahora quieran dinero.

Las lesiones y quemaduras no sólo han sido en los afectados directos, sino en millones de personas que hemos visto cómo antorchas humanas corrían por los campos de alfalfa en busca de auxilio, convirtieron en una fiesta lo que era la antesala de la muerte, sobrepasando advertencias y el previo conocimiento que con la gasolina como cualquier combustible no se juega.

¿Qué queda hoy por hacer? Con el dolor a cuestas y con terribles imágenes grabadas indelebles en la mente, debemos reconstruir el tejido social, comenzar a hacer consciencia entre nuestros niños y adolescentes de la importancia de ser legales, de conseguir lo que necesitamos bajo la premisa de la honestidad y el trabajo.

Busquemos que no haya más víctimas bajo el argumento o excusa que sea. Que nos quede esta dura lección como ejemplo de las graves consecuencias que podríamos enfrentar no sólo hoy, sino mañana y de por vida, México nos necesita a todos, seamos principio y continuidad de un mejor país, hagámoslo por quienes vienen atrás de nosotros. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com

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