Rafael G. Vargas Pasaye
Álvaro Cueva escribió un artículo esta semana (“Precandidatos comediantes” en Milenio, 21 de enero) donde habla de cómo ahora los precandidatos a la Presidencia de México han tomado el humor como bandera o al menos de manera más recurrente que antes.
Tiene razón. Y esto quizá tenga que ver con el hartazgo de la gente sobre la guerra sucia o las acusaciones (sin fundamento muchas de ellas) donde se sacaban los trapitos sucios y tenían por intención dañar la imagen del adversario.
Incluso en estos días hemos sido testigos de algún chascarrillo de los mismos precandidatos con la idea no ya de aligerar el discurso sino de que sea el insert o la nota para los medios.
Se trabajan los textos y las fotos en consecuencia de este planteamiento para los productos en las redes sociales. Cierto es también que la etapa propiamente de propuestas es hasta la campaña.
Pero el humor, las acusaciones, incluso las propuestas próximas, no saben a ciencia cierta la respuesta con el comportamiento social, pues pese a las investigaciones cuanti y cualitativas, lo que la gente desea escuchar en estos momentos, no es tan sencillo definir.
Podemos vislumbrar los grandes temas: seguridad, generación de empleo, apoyo al campo, impuestos, lucha contra corrupción, lo que variará será la forma y sobre todo la calidad del emisor, o sea a quién le van a creer más.
Este tema de credibilidad es la razón por la que ahora los políticos tratan de parecer más cercanos o de generar más confianza, pues el día de mañana la decisión de la propuesta irá de la mano de la veracidad que tuvieron, tienen y tendrán, así como el grado de empatía y credibilidad.
Las propuestas no distarán mucho entre sí, el estilo, la forma y el fondo seguramente sí. Allí radicará la campaña, y allí probablemente se definirá buena parte del resultado.
El humor por eso es ahora una herramienta que han tomado los políticos, es una estrategia para acercarse de una manera distinta al electorado, sin embargo el tema sigue yendo de la mano con el de la credibilidad y el de la autenticidad.
Me agrada que al menos con el humor se pasa a segundo término el tema de las acusaciones y el de las descalificaciones, ahora bien, en lo que debemos prestar suma atención es en el momento del arranque de las campañas, quien logre hacerse de un tema que capte la atención de la ciudadanía habrá ganado un escalón, el de la atención precisamente, y ya con ese de su lado será más fácil que penetre su propuesta, siempre y cuando (de nuevo) sea creíble y empática.
Veremos si las risas humorísticas (algunas involuntarias de esta precampaña) duran en el proceso de la campaña formal o legal. Pues los dichos por algo han pasado la barrera del tiempo, y aquí tiene cabida el muy atinado “el que ríe al último, ríe mejor”.
@rvargaspasaye
