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EL MÉTODO RAMONA

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#ConSentidoComundeMujer

María Esther González Aguilar

La estructura familiar se ha transformado, lo mismo encontramos que puede ser tradicional, monoparental, homoparental, compuesta, ampliada o correlacional, en todas, existe un integrante que logra traspasar todo modelo, época, estilo o moda: es la figura materna, ese ser que sin condiciones ama, acepta y apoya siempre, en todo momento, lugar o situación a sus hijos. Una madre, sin importar el estatus social o nivel académico, lo que más desea es que sus descendientes sean felices, alcancen sus metas y sean personas con valores, estos últimos tan necesarios hoy en día.

Cada Madre, tendrá su escala de valores y su método para trasmitirlos, unos permearán más que otros, el resultado dependerá desde luego de muchos factores y entorno. Brevemente, narraré la sencilla manera de Ramona para formar a sus hijos en seres de bien y con valores, desde luego no son famosos, ricos o influencers, pero sí buenas personas y grandes seres humanos. Aclaro que cuando niña, no entendía, menos interpretaba que era la forma de trasmitir valores.

Ramona, madre de más de media docena de hijos, tiene un gran sentido común, con poca experiencia y estudios sólo de educación básica, se las ingenió para aplicar un empírico método. En la parte media superior de un “ropero” donde Ramona mamá colocaba sus apreciados cosméticos, lociones y perfumes, “mágicamente” aparecía un billete de mediana o baja denominación. En no pocas ocasiones el billete desaparecía y tras la inmediata pregunta de ¿quién fue? por lo general, el silencio de todos los hijos era la respuesta.

Incontables veces estando todos reunidos previa convocatoria por la falta del dinero y con ese femenino instinto, Ramona mamá empezaba con su dictatorial disposición y, para nosotros, dolorosa indicación: a ver Andrés, tienes planeado pasear a caballo ¿verdad? pues no habrá salida… hasta que aparezca el billete. Y seguía, María Esther, tú no vas con Lolita al cine… hasta que aparezca el billete. Y seguía, Sixto, olvídate de tu “juntitis” con tus amigos en la esquina, no saldrás… hasta que aparezca el billete. Y seguía, José, tienes partido de futbol, pues no irás a jugar… hasta que aparezca el billete; y así a cada uno de los hijos hasta el de menor edad.

Se culpaban unos a otros, hubo veces que el billete rápidamente aparecía en el mismo lugar, en otras ocasiones pasaban dos o tres días, tras los cuales, por arte de magia el billete volvía al sitio indicado. El castigo se levantaba, todos felices y contentos pero no exentos de disgustos, reclamos y pleitos. Lo relevante es que también fueron muchas las veces que de inmediato, alguien aceptaba la responsabilidad y entonces la sanción sólo era para el responsable aun y cuando justificara la condenable acción.

Llegó el tiempo de que Ramona mamá dejaba no sólo un billete sino todo lo que Papá dejaba para “el gasto” y nadie tomaba nada, el mensaje era “no es tuyo, por lo tanto no tienes que tomarlo, es robar”. Sencillo método para trasmitir valores como la honradez y honestidad. ¡Gracias Madre! ¡Es cuanto!

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