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DE QUE LOS HAY, LOS HAY

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Juan Chávez

“Nunca vas a prosperar si para irte de descanso empeñas hasta el perro si te lo aceptan”, las palabras provienen de doña Elena para su hijo Isidro de 38 años de edad, a quien nunca le gustó estudiar y trabajar “depende, porque luego me quieren pagar cien pesos por descargar un tráiler o una camioneta grande de jícamas o jitomates y pues yo digo que es un abuso, digo, al menos sé leer y escribir por eso no me dejo”, me enfatiza Isidro, Chilo como le gusta que le digan.

A él no le importa que en el barrio donde creció junto con sus tres hermanos los rumores lo señalen de flojo, mantenido, borracho y grosero con su mamá, quien a esa edad le da casa y comida; “la verdad, yo espero que nadie me venga a pelear la casa, nadie se quedó a aguantar a mi mamá y por ese hecho creo yo me toca a mí, eso es lo justo”.

Con cinismo acepta que en cuanto se la “hereden” la va a vender porque merece tener una mejor vida, dice que el mundo no lo comprende y por ello en esta semana santa como en otras más agarró una cadena y una esclava de oro que su mamá tiene y las empeñó y ha guardado la boleta, “se la daré cuando regrese de la playa, así le hice el año pasado y ella fue y las sacó del empeño que porque son una herencia y que no las quiere perder, ni que valieran tanto, apenas me dieron dos mil 300 pesos”.

Chilo no tiene reparo en decir que si “aguanta” a su madre es porque no tiene más a donde ir, “quise hacer vida ahí con una mujer pero pues me pedía demasiado y ella ya trabajaba y así quería que le diera dinero y no me agradó; yo la dejé y me regresé aquí con mi madre”.

La versión de la mamá ya sin que su hijo la escuche es que, “estoy harta, cansada de él, de sus groserías, de que sienta que porque soy su madre tengo que darle todo, desde tender su cama, lavarle, hacerle de comer, todo. Tengo 62 años y mis otros hijos ya me dijeron que me van a llevar con un abogado para legalmente ver qué se puede hacer y sacarlo de aquí, hasta con esas que hacen amarres he ido para ver si hay alguna forma de sacarlo pero nada, sigue aquí metido”.

Aclara que ya no sabe si quiera a su hijo o no, pero de lo que tiene plena certeza es de que ya no aguanta la situación de “conchudo, grosero y hasta ratero porque me agarra mis cosas y las vende o las empeña y yo tengo que pedirle a mis otros dos hijos para salvar que no se pierdan”, recuerda que Chilo fue el segundo hijo pero que siempre ha sido así, “con su papá, mi marido que ya murió, varias veces le torció la cara de un golpe porque siempre se portaba así como ahora y ni los golpes, amenazas o castigos pudieron hacerlo cambiar. Así nació y así se va a morir”.

Me cuesta trabajo creer cuando escucho ambas partes la situación que priva en “la familia”, ella dice que su hijo así ha sido siempre y él piensa y siente que es una obligación (por razones que no puede explicar), el que su mamá y el resto de la familia lo mantengan y cuiden como si fuera la joya de todos ellos; para muchas personas pudiera parecer una situación fácil de resolver, pero a veces cuando se trata de conflictos familiares el corazón afecta la razón. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo electrónico juanfechavez@gmail.com

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