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BENDITA COMPLICIDAD

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#ConSentidoComundeMujer

María Esther González Aguilar

Para el crecimiento y desarrollo del ser humano en general, siempre existen obstáculos de diverso origen y naturaleza, el reto es “darle la vuelta”, buscar alternativas, asumir riesgos; sin embargo no todos tenemos fortaleza ni las mismas circunstancias para superarlos. Equidad, igualdad, derechos, libertades, oportunidades, son variables que aun cuando se ha avanzado hasta llegar al 2019, no permean al cien por ciento de la población. El andamiaje del sistema que prevalece, no es del todo inclusivo. Por décadas, el entorno social, cultural, económico y político no favoreció a las minorías, menos a las mujeres ahora más empoderadas. Transmito breve historia real que confirma lo anterior y que se puede tomar como lección de vida. ¡Va!

Mayte rebelde por naturaleza, estaba destinada –por disposición paterna- a solo estudiar la primaria, cuando mucho –y quien sabe, decían- cursar la secundaria, la justificación: ¡te vas a casar, te dedicarás en cuerpo y alma al marido, a educar a los hijos, mantener la casa limpia y en orden!, esa frase la escuchó, al igual que sus dos hermanas, infinidad de veces desde que tuvo uso de razón. Aprender a cocinar, a tejer, bordar…era la consigna. La historia no es de la edad media, es de los años 60´s, 70’s del siglo XX.

El periodo de pre-escolar a primaria transcurrió sin contratiempos, un par de meses antes de concluir el sexto año, a pesar de su corta edad, Mayte manifestó a su madre su deseo de iniciar proceso para inscribirse y continuar con su preparación académica. Peor *aberración* no pudo haber escuchado la jefa de la familia y no por ella, sino por el padre de sus hijos. De inicio fue un rotundo ¡No! ¡Ni pensarlo! ¡imposible, tu papá no lo permitirá! La plática fue escuchada por la abuela que, bondadosa, cerebral y con gran sensibilidad porque al igual que mujeres de su generación no tuvo opciones ni oportunidades, “convenció” a su hija de apoyarla, ahí empezó la complicidad.

Ambas acordaron, que la forma de ayudar a Mayte para seguir estudiando era: que fuera a vivir con los abuelos “están solos, un poco enfermos, necesitan compañía, apoyo y atención”, así lo dijeron al Padre, un hombre honesto a carta cabal, trabajador, preocupado por el bienestar de la familia, que quería mucho a todos sus descendientes, pero…autoritario, rígido, con una cosmovisión particular sobre las mujeres, a las que desde luego adoraba, pero les negaba oportunidades, no así a los varones. No fue fácil de convencer pero finalmente el Padre aceptó y así, Mayte pudo primero inscribirse en la secundaria, luego en la preparatoria…siguió y siguió…todo gracias a sus cómplices.

Mayte, vive en honrosa medianía, no es famosa, ni popular, ni es influencer; al tomar el camino del estudio, su riqueza radica en su acervo, preparación y conocimiento. Cursó tres licenciaturas, maestrías y doctorados. Decir que quedan muchas cosas en el tintero, lo que le sigue lo narraré después dado que es digno de darse a conocer, mientras tanto digo: ¡Bendita complicidad! ¡Es cuanto!

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